Coronavirus y música litúrgica
Es de todos ya conocida la situación por la que atraviesa el mundo desde hace prácticamente inicios de este turbulento y trágico año 2020: la pandemia del COVID-19 que ha paralizado economías, actividades cotidianas entre ellas el culto público, así como se ha llevado a la tumba a 745 mil personas al momento de escribir estas línea, sin olvidar a otros tantos miles que han muerto a causa de los daños a su economía, depresión y demás situaciones relacionadas con la actual crisis sanitaria.
Dejo los datos actualizados para que vean que no miento.
Muchos de nosotros jamás imaginamos que viviríamos un momento en el cual prácticamente nos veríamos privados de la asistencia física al Santo Sacrificio de la Misa, volviéndose en algunas comunidades una situación privilegiada para las personas más cercanas al párroco y que no estuvieran en situación de riesgo, teniendo que conformarse la mayor parte del llamado "Pueblo de reyes, asamblea santa, pueblo sacerdotal" con "asistir" a la celebración vía "streaming" a través de la red social de su preferencia.
Era algo previsible que en esta situación gran parte de los músicos litúrgicos no iban a ser requeridos en sus distintas comunidades, algunos sacerdotes se quedaron con un organista solitario o con la típica señora gallona que se sube al ambón para entonar los distintos cantos como Dios y lo que sepa le den a entender, dejando muchas veces de lado las normas sobre el canto litúrgico, muchas veces por desconocimiento, otras por ser "gallona", o como diría un seminarista que traté hace años "propiis pistolis sum".
Aquí nos encontramos ante el primer golpe, gracias a la pandemia la música litúrgica ha quedado en muchas comunidades ha quedado en manos de personas que hacen lo que pueden en esta materia por la ausencia involuntaria de aquellos que ordinariamente se encargan de la misma; y este podemos decir que es el menor de los males en la materia, muchas veces, estas señoras entusiastas tienen un sentido de lo sagrado mucho más profundo que muchos músicos profesionales que se rentan para "cantar ceremonias" usando un repertorio que aunque suene agradable al oído por ser música clásica, dista mucho de ser música litúrgica...
El otro problema es el uso de música grabada; imaginen la transmisión digamos del templo de San Gregorio de las Casas, inicia la transmisión y al lado del altar se ve un reproductor de CD el cual es apretado por una mano surgida misteriosamente comenzando a sonar una melodía religiosa sic, y apareciendo el sacerdote oficiante del otro lado, llega al altar y cuando la tonada va a la mitad, la misma mano misteriosa corta el sonido porque el sacerdote empieza la celebración, todo a una velocidad magistral digna de alguna escudería alemana.
Para muchos sacerdotes esta ha sido una opción viable con el fin de evitar tener que liar con los músicos durante (y antes de) la pandemia, una opción cómoda, sencilla propia de estos tiempos tecnológicos pero prohibida por la Iglesia.
La Instrucción "De Musica et Sacra Liturgia" promulgada por la Sagrada Congregación de Ritos el 3 de septiembre de 1958 al respecto indica
"71. El uso de instrumentos automáticos y máquinas, como el órgano automático, el fonógrafo, la radio, grabadoras de cinta o cable, y otras máquinas similares, está absolutamente prohibidos en las funciones litúrgicas y devociones privadas, independientemente de que se celebren dentro o fuera de la iglesia, incluso si estas máquinas sólo se utilizarán para transmitir sermones o música sacra, o para sustituir el canto del coro o fieles, o incluso sólo para apoyarla."
Situación que sin embargo ha sido ignorada por gran parte de nuestros pastores antes, durante y seguramente después de la pandemia.
Sin embargo, considero que esta problemática puede ser solucionada con un poco de conocimiento de la Liturgia, o como decía mi profesor Javier Mellado en la FES-Acatlán, se necesita: EDUCACIÓN, EDUCACIÓN Y MÁS EDUCACIÓN.
Otra cuestión que se notó más en estas transmisiones, sobre todo al usar música grabada es que muchas melodías no eran litúrgicas y aparte con ritmos totalmente profanos, más propios de una fiesta o de un baile que de la casa del Señor, pero eso...lo hablaré en el siguiente vídeo.
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