Rorate caeli: un himno para este año.

Estamos ya en diciembre de este inusual, turbulento, maléfico y terrible año 2020, cercanas ya las fechas en que termina el calendario civil e iniciando esta semana un nuevo año litúrgico con el tiempo del Adviento, el tiempo en que se espera la gozosa llegada del Mesías, con la seguridad de que se acerca ya el día en que se festeja la Natividad del Señor y con la incertidumbre de si podremos asistir a los templos o no, ya que a decir de los medios de comunicación parece que cierto virus ama atacar dentro de las ceremonias católicas pero es inofensivo cuando se trata de movimientos sociales de izquierda. 





Bueno, decía que estamos en Adviento, época en la que la liturgia nos propone distintos signos, frases como "Ven Señor Jesús", "Ven Oriente", "Ven Sabiduría", "Tened encendida la lámpara", y "Cielos lloved", siendo esta última el origen de dos cantos que la tradición de la Iglesia nos ha legado para el culto divino, siendo un introito -con diferente salmo-  y un himno. 

El primero uso del introito es en Misa de Santa María en Sábado durante Adviento, el cual ha dado origen a una tradición llamada las misas de Rorate Caeli, de las que escribiré en unos días. este introito es el siguiente: 




Is., 45 Rorate caeli desuper, et nubes pluant Justum: aperiatur terra, et germinet Salvatorem!
Ps, Benedixisti, Domine, terram tuam; avertisti captivitatem Jacob. 

En castellano 

¡Oh cielos!, derramad de arriba vuestro rocío, y lluevan las nubes al Justo. 
Salmo. Bendijisteis Señor, vuestra tierra: destruisteis la cautividad de Jacob.


El segundo es el introito de la Misa del Cuarto Domingo de Adviento, la súplica se repite pero como notarán el salmo cambia totalmente. 




Is., 45 Is., 45 Rorate caeli desuper, et nubes pluant Justum: aperiatur terra, et germinet Salvatorem!
Ps. 18, 2. Caeli enarrant gloriam Dei: et opera manuum ejus annuntiant firmamentum. 

En castellano 

¡Oh cielos!, derramad de arriba vuestro rocío, y lluevan las nubes al Justo. 
Salmo. Los cielos cantan la gloria de Dios y el firmamento pregona la obra de sus manos. 

Si el salmo del primer introito nos habla de hechos que ya han sucedido, de una esperanza que se ha cumplido; en el segundo introito un salmo de alabanza, señalando que la salvación ya está cerca, incluso uno se puede imaginar la escena del cielo, del firmamento, una imagen ya asociada con el pesebre, con Belén. 

Pero vayamos al tercer ejemplo musical, al himno que también se llama "Rorate caeli",cuya letra es la siguiente: 







Rorate Caeli desúper et nubes plúant justum

Ne irascáris Dómine, ne ultra memíneris iniquitátis
Ecce cívitas Sancti facta est desérta
Sion desérta facta est, Jerúsalem desoláta est.
Domus sanctificatiónis tuae et gloriae tuae
Ubi laudavérunt Te patres nostri.

Peccávimus et facti sumus tamquam immúndus nos,
Et cecídimus quasi fólium univérsi
Et iniquitátes nostrae quasi ventus abstulérunt nos
Abscondísti fáciem tuam a nobis
Et allisísti nos in mánu iniquitátis nostrae.

Víde, Dómine, afflictiónem pópuli tui
Et mitte quem missúrus es
Emítte Agnum dominatórem terrae
De pétra desérti ad montem fíliae Sion
Ut áuferat ipse jugum captivitátis nostrae.

Consolámini, consolámini, pópule meus
Cito véniet salus tua
Quare moeróre consúmeris, quia innovávit te dolor?
Salvábo te, noli timére
Ego énim sum Dóminus Deus túus Sánctus Israël, Redémptor túus.

Derramad, oh cielos, vuestro rocío de lo alto, y las nubes lluevan al Justo

No te enfades, Señor, ni te acuerdes de la iniquidad.
Eh aquí que la ciudad del Santuario quedó desierta:
Sión quedó desierta; Jerusalén está desolada.
La casa de tu santidad y de tu gloria,
Donde nuestros padres te alabaron

Pecamos y nos volvimos como los inmundos,
Y caímos, todos, como hojas.
Y nuestra iniquidades, como un viento, nos dispersaron.
Ocultaste de nosotros tu rostro
Y nos castigaste por mano de nuestras iniquidades

¡Mira, Señor, la aflicción de tu pueblo,
Y envíale a Aquel que vas a enviar!
Envíale al Cordero dominador de la tierra
Del desierto de piedra al monte de la hija de Sión
Para que Él retire el yugo de nuestro cautiverio

Consuélate, consuélate, pueblo mío,
¡En breve ha de llegar tu salvación!
¿Por qué te consumes en la tristeza, por qué tu dolor?
¡Yo te salvaré, no tengas miedo!
Porque Yo soy el Señor, tu Deus,
El Santo de Israel, tu Redentor

Y al escuchar la melodía, al leer el texto no puedo evitar pensar en la situación que hoy estamos atravesando: en los enfermos, en los fallecidos, en sus familias, en el personal médico, en las consecuencias económicas, pero recordemos, Adviento es el tiempo de la esperanza, no la perdamos 

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